VI Barómetro de la Abogacía: Acerca de la «marca abogacía»

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El pasado 8 de Julio se ha publicado el VI Barómetro de la Abogacía, una excelente iniciativa del Consejo General de la Abogacía Española que ofrece un diagnóstico sobre varios aspectos muy relevantes de la profesión. Mi atención se dirige a una parte muy concreta, que hace referencia a la «marca abogacía», y a su estado de salud dentro de las preferencias de la población española.

En esta entrada, además de un rápido vistazo sobre algunos datos relevantes, quiero compartir mis impresiones al respecto de la citada «marca abogacía», y de las implicaciones que esa percepción tiene en la situación actual del negocio en los despachos de abogados.

Las características técnicas del estudio le confieren solidez. Realizado por Metroscopia, se realizaron 2275 entrevistas telefónicas a lo largo de todo el territorio español, lo cual garantiza una más que suficiente fortaleza muestral. Estamos, por lo tanto, ante un documento que por sus características es de lectura obligada, y sobre el que me encantaría conocer vuestra opinión.

Los datos más llamativos:

El documento se divide en 6 partes;

  • Evaluacion del estado actual de la profesión.
  • Evaluación de la organización colegial.
  • Evaluación de la situación actual de la Administración de Justicia.
  • Percepción del grado de corrupción existente en la sociedad.
  • Las tasas judiciales.
  • La abogacía; imagen y marca.

Por afinidad con la temática de este blog, voy a extraer varios datos relacionados con los dos primeros puntos, y que son, a mi parecer, una buena muestra de la situación de los despachos a dia de hoy.

La crisis está generando un fuerte impacto a nivel económico entre los despachos. Esto, que es un factor bien conocido, se traduce a nivel empírico en datos como:

  • El 85% de los letrados ejercientes conoce a algún compañero que está pasando serias dificultades económicas.
  • El 41% cree que en la actualidad sus ingresos están por debajo de la media.

Por otro lado, los abogados, como colectivo, muestran una sólida confianza en el modelo organizativo a través de los Colegios, sobre los que creen que están realizando una buena labor. Como información adicional, esta percepción positiva es más acusada entre los abogados jóvenes.

Marca abogacía. Lo que dice el VI Barómetro.

En este apartado únicamente voy a extraer los párrafos que más me han llamado la atención. Y, tengo que admitir, muy poderosamente, porque, tal y como comentaré en las conclusiones del post, las implicaciones, la «lectura entre líneas», pueden calificarse como preocupantes.


«Sabemos que en la sociedad española actual los abogados son —entre todas las instituciones y profesiones jurídicas— los que en mayor medida merecen la confianza ciudadana (y, además, que dicha confianza es elevada).

Sabemos también que la satisfacción de quienes utilizan los servicios de un abogado es, en promedio, elevada: los usuarios consideran, en conjunto, que los abogados son competentes y que ponen su mejor esfuerzo en la defensa de los intereses de sus representados;

  • la tendencia, entre quienes utilizan con alguna regularidad sus servicios, es recurrir —en principio— al mismo salvo que, por la especificidad del caso, este les derive a otro
  • esta básica fidelidad no impide que, al mismo tiempo, la idea predominante sea que, en general, no hay grandes diferencias entre unos abogados y otros: la buena imagen de conjunto destiñe sobre cada letrado en particular
  • y sabemos también algo en principio sorprendente: los usuarios no consideran elevados los honorarios que han de abonar por los servicios recibidos.» 

Es decir, la imagen que surge de estas palabras es positiva, lo cual es de agradecer, y sin duda es un elemento que ayuda, y mucho, a reforzar la autoestima de una profesión que, tal y como vemos a través de los indicadores económicos, en muchos casos lo está pasando mal.

Leyendo entre líneas: Buena imagen, pero todos los abogados son iguales

Si cojo estos conceptos «mayor confianza ciudadana» y «satisfacción promedio elevada», la iamgen resultante es muy buena. Pero, si en la misma ecuación unimos las variables «no hay grandes diferencias entre abogados» y «los honorarios no son elevados», el coctel resultante comienza a ser explosivo.

Porque, en definitiva, lo que apreciamos es que los despachos están indiferenciados. El cliente tiende a ser fiel, pero porque no aprecia diferencias significativas, por lo que cambiar de abogado no le supone ninguna ganancia. Sin embargo, no percibe que los honorarios sean elevados… A ver, en mi opinión, lo que realmente esconde todo esto es:

  • A pesar de la buena imagen general, los despachos se han visto obligados a competir en precio para asegurar la retención de clientes. Esta es una de las causas (no la única) de los menores ingresos.
  • El despacho no puede defender mayores honorarios porque no es capaz de transmitir un valor añadido al cliente, ese valor que marca la diferencia.
  • Los nuevos clientes, por lo tanto, tendrán como principal incentivo a la hora de elegir un despacho el factor precio, ahondando en la espiral bajista de los honorarios.

En conclusión, buena imagen si, pero no excelente, que genera una tendencia preocupante al mantenimiento de una guerra de precios perenne. Algo que no es bueno, ni para los despachos por supuesto, ni, a la larga, para el propio cliente, que estará perdiendo la oportunidad de obtener un servicio mucho más adecuado a sus necesidades a todos los niveles.