Pídeme lo que quieras menos que…

… deje de fumar

… deje de comer entre horas

… cambie mi manera de trabajar

… gestione mejor mi agenda

… lidere a mi equipo de una manera más abierta

… haga ese curso de competencias profesionales

 

Y es que, por norma general, somos personas bien dispuestas a ayudar a otros, a satisfacer sus peticiones y a arrimar el hombro. Pero cuando lo que nos piden es que hagamos las cosas de otra manera… Descubrimos que somos animales de costumbres, y que, por mucho que nos digamos a nosotros mismos que es hora de cambiar, romper los viejos hábitos es muy, muy duro y complicado. Es más, incluso aunque creamos que si vamos a hacer el esfuerzo de cambiar, es posible que en nuestro interior ya nos hayamos dado una orden de «no» a afrontar ese cambio.

Por cierto: La frase completa que da título a esta entrada es «Pídeme lo que quieras, menos que deje de beber» La dice el personaje que interpreta Nicholas Cage en Leaving Las Vegas… y ya sabemos cómo terminó por no querer cambiar…

Las cosas nuevas nos producen incomodidad, muchas veces, miedo.

Como especie, el ser humano ha demostrado una capacidad constante de adaptación, pero también de conservadurismo. Al fin y al cabo, el que sobrevivió no fue el que se enfrentó al tigre dientes de sable solo y sin armas… Hay factores, como la edad o los culturales, que pueden hacernos más o menos proclives a aceptar nuevos retos.

En un momento en el que los clientes, el entorno, las nuevas tecnologías… nos exigen hacer las cosas de manera diferente, dar el paso y realmente cambiar resulta complicado. El miedo al fracaso, o la comodidad, son frenos muy potentes. Ser conscientes de ello es el primer paso en la buena dirección, de manera que sepamos de antemano si nuestra actitud ante el cambio es la adecuada o no. Y si no lo es, lo mejor es trabajar para que lo sea, porque en otro caso, seremos testigos de una profecía autocumplida: La experiencia de cambio fracasará porque, consciente o inconscientemente, queremos que fracase. Ese fracaso generará más frustración, y un evidente desperdicio de tiempo y recursos.

La curva del cambio.

¿Es posible saber si somos más o menos proclives al cambio? Diversos autores y profesionales del cambio organizacional han tratado este tema, y nos hablan de las fases emocionales en nuestra forma de afrontar algo nuevo. A mi me resulta especialmente gráfico, y me parece un acercamiento muy acertado y sencillo, el que hacen Dennis T. Jaffe y Cynthia Scott a través de lo que denominan La curva del cambio. Dennis y Cynthia nos enseñan que la actitud en el cambio la podemos visualizar como una curva con forma de vaso: Al iniciarse el cambio, se da un descenso emocional que consiste en un mayor estrés, incertidumbre, agitación y menor productividad. Según se va aceptando el cambio, se va ascendiendo por la curva a la par que recuperamos nuestra orientación, aprendemos las nuevas habilidades y roles, y comenzamos a trabajar de esta nueva forma.

Change Curve

Las 4 fases del cambio.

La curva del cambio se da en cuatro fases, que podemos atravesar más o menos rápidamente, y a diferentes ritmos en cada una de ellas. Debe llegarse a la fase de Compromiso para actuar efectivamente dentro de una organización que se está renovando.

Negación.

Probablemente es la respuesta más común al cambio y también la más complicada. Es una defensa contra el cambio. Es un intento de preservar el éxito y la comodidad del pasado ignorando las señales de que el pasado ya se fue.

Resistencia.

Todo el mundo se resiste al cambio. Es natural querer que las cosas se queden como están, aferrarse a lo que nos resulta cómodo. No importa lo emocionante que pueda ser el cambio, también generará ansiedad e incertidumbre sobre el futuro. La resistencia es normal porque se está pidiendo a las personas que abandonen su área de confort. Las personas en esta fase necesitan aceptar sus sentimientos y certidumbres acerca de ellos mismos como profesionales.

Exploración.

La exploración es la fase divertida, llena de energía y voluntad de aprendizaje. Finalmente has aceptado el cambio y estás listo para apoyarlo, clarificar objetivos y explorar alternativas. Empiezas a sentir que lo puedes conseguir. Ahora mismo lo mejor es obtener una visión acerca de cómo quieres que sea tu futuro y trabajar con otras personas involucradas para hacer que ocurra.

Compromiso.

Las personas que se encuentran en la fase de compromiso han aprendido a trabajar en el nuevo escenario. El cambio se ha convertido para ellas en el nuevo “negocio de siempre” Todo resulta natural. No es una fase en la que prime la excitación por el cambio si no la comodidad con él. Es también una fase de reflexión en lo que se ha aprendido. Es importante recompensarse a uno mismo y prepararse para el siguiente cambio.

¿Quieres saber en qué fase de la curva estás? Pincha aquí.

Os dejo con la canción de Amaral en la que hablan de Nicholas Cage en Leaving Las Vegas.