¿»No» al cambio ? Monta un mueble

 

Hoy me he desayunado leyendo una nueva noticia acerca de que abrazar el cambio reforzará a los despachos que lo hagan. Nada nuevo bajo el sol, porque llevamos hablando de cambios en el sector legal una buena temporada. Lo que realmente me llama la atención es que se siga (y se seguirá) hablando tanto de este tema. Lo mismo es que el sector no está cambiando tanto, o tan rápido. O que otros países, como Estados Unidos, nos llevan ventaja como pioneros. De la noticia, me quedo con esta frase: «Es difícil convencer a una sala llena de millonarios de que lo que están haciendo está mal» Dicha por un experto norteamericano, me encanta por todo lo que conlleva. Solo añadiría una cosa: La resistencia al cambio no es solo cosa de los bien instalados, a todos nos da miedo cambiar, quizás porque por mal que estemos, pensemos que el riesgo es excesivo y podemos ir a peor.

En definitiva, cambiar, a todos, nos produce resistencia e incluso angustia. Sobre todo cuando hablamos de poner en juego la forma de ganarnos el sustento. El día a día es suficientemente complejo como para asumir nuevos retos de aprendizaje, en cosas que desconocemos. La tecnología es una buena prueba de ello. Simplemente cambiar de sistema operativo ya nos cuesta, así que para que hablar de incorporar avances tecnológicos que prometen incrementos de productividad, ganancias económicas…

Con el título del post quería sugerir lo siguiente: Si eres de los que en tu trabajo, en tu despacho, se resiste a incoporar cambios (por ejemplo, en lo tecnológico), piensa un poco en lo que haces en tu vida de «civil», una vez apagas el ordenador o cuelgas el teléfono. ¿Haces lo mismo? Quizás si, pero es mucho más fácil aceptar innovaciones en el ámbito privado. Piensa en tu smartphone. O en la forma en la que ves la tele. O cuando compras por internet.

Y si tampoco aceptas cambios en tu esfera doméstica, te recomiendo una cosa: Monta muebles. Si, vete a uno de esos almacenes, el sueco o el que quieras, y compra unos cuantos muebles. Y móntalos tu solito. Es un buen pasatiempo, un reto, y puede terminar convirtiéndose en una pesadilla. A mi me acaba de pasar, tenía que montar unos cuantos muebles y lo conseguí, todo perfecto. 4 horas para montar 2 mesas y una estantería. Con el kit de montaje que venía en el pack, y destornilladores. Acabé satisfecho de mi mismo, y con ampollas en las manos. Entre tanto pensaba: «Por qué no habré pedido prestado un atornillador» Más rápido e indoloro hubiese sido. Y con el mismo nivel de satisfacción.

El atornillador hoy no lo vemos como una innovación, pero en su momento lo fue. Permite hacer lo mismo (o más cosas) que con la herramienta manual, en muchísimo menos tiempo y con una fracción del esfuerzo. Si me ganase la vida montando muebles, podría montar más y por tanto ganar más dinero. A día de hoy, no conozco a ningún montador, de muebles, o de lo que sea, que no use herramienta eléctrica. Porque el valor que aporta como profesional es el mueble montado, no la forma en la que monte el mueble.

Y la reflexión: Quizás, solo quizás, a pesar de todo, sea bueno ir dando pasitos en eso del «cambio», de la «transformación» y la «innovación». Yo estoy orgulloso de mis ampollas en las manos, pero para la próxima vez ya os puedo decir que no las voy a sufrir.